
Marrakech: un imperdible en Marruecos
Desde que puse un pie en Marrakech, supe que estaba entrando en un mundo completamente diferente. Esta ciudad no se recorre, se vive. Es un torbellino de colores, sabores, sonidos y emociones que te envuelve desde el primer momento.
Si estás pensando en viajar a Marruecos, te lo digo claro: Marrakech no puede faltar en tu itinerario. No es solo una ciudad, es una experiencia inolvidable.
Te comparto los lugares imperdibles en este bello lugar.
La plaza Jemaa el-Fna: Es el corazón palpitante de la ciudad. Desde la mañana hasta la noche, esta plaza se transforma constantemente. De día, verás puestos de frutas, encantadores de serpientes, músicos y narradores de cuentos. Al caer la tarde, aparecen los puestos de comida, el humo de las parrillas, y el ambiente se vuelve simplemente mágico.
Los zocos: el alma comercial de la ciudad. Perderte en los zocos (mercados) de Marrakech es casi un ritual. Alfombras tejidas a mano, lámparas de latón, especias que pintan el aire con su aroma… regatear aquí no es solo común, ¡es parte de la diversión! Yo me llevé unos cojines bordados preciosos.
El Palacio de la Bahía: un palacio de cuento. Caminando por sus patios, mosaicos y jardines perfumados, me sentí transportada a otra época. Es uno de los lugares más fotogénicos de Marrakech y una muestra de la elegancia de la arquitectura marroquí, que es realmente sorprendente.
Los Jardines Majorelle: una explosión de color y tranquilidad. Estos jardines, que alguna vez pertenecieron a Yves Saint Laurent, son el rincón perfecto para escapar del bullicio de la ciudad. Azul cobalto, verde cactus y arte bereber: una combinación de ensueño, las fotos son de revista.
Gastronomía: para los que somos antojados permanentes esto es una fiesta para el paladar.
No podés irte de Marrakech sin probar un tajine tradicional (el de cordero con ciruelas es mi favorito), el cuscús (que aprendí a tomarle gusto acá), el pan recién horneado y, por supuesto, el té de menta, servido con una ceremonia encantadora, este es simplemente delicioso.
Te recomiendo comer al aire libre en la plaza por la noche, pero también visitar algún restaurante con terraza, desde donde podés disfrutar de vistas espectaculares mientras cae el sol sobre la ciudad roja.
Lo más lindo de Marrakech es lo que no se puede fotografiar: su energía. Esa mezcla entre lo antiguo y lo moderno, lo místico y lo cotidiano. Es una ciudad para abrir todos los sentidos y dejarse llevar.
Mi consejo es que te quedes al menos 3 noches, la época ideal para visitar este paraíso árabe es en septiembre y octubre, cuando el clima es ideal, e incluso poder disfrutar de las amenidades de los hermosos hoteles disponibles.
Marrakech me recordó por qué amo viajar: por la posibilidad de asombrarme, de aprender, de conectar con otras culturas desde el corazón. Si tenés Marruecos en mente, no lo pienses dos veces: Marrakech te espera para sorprenderte en cada rincón. Así que aprovecho el comercial, para recomendarles la próxima salida grupal, que será en septiembre y a la cual tendré el privilegio de acompañarles.
Con cariño,
Andrea Rojas